Villa y Corte: viaje a Madrid
- thousandyearsoldqu
- 19 abr 2015
- 3 Min. de lectura
Esta última semana hemos estado de viaje de fin de curso (sí, a la mitad del curso, lo cual tiene una lógica aplastante), y hemos ido a Madrid.
A mí Madrid me ha parecido una ciudad bastante bonita, me ha gustado mucho. Había algunos edificios preciosos, y estaba todo muy bien cuidado.
El primer día dimos una vuelta por la ciudad con un guía. Vimos la catedral (que siendo sincera encontré horrible), pasamos por la Calle del Codo (“la más estrecha de Madrid” aunque probablemente era el triple de la más estrecha de Barcelona), la Plaza Mayor (no, no nos tomamos un relaxing cup of café con leche), y por último la Puerta del Sol.
Al día siguiente hicimos una especie de gincana (más o menos), en la que teníamos que hacer un recorrido por grupos e ir fotografiándolo todo para dejar constancia de haber pasado por allí. Me perdía bastante, porque entre que el mapa que nos dieron era una mierda y mi sentido de la orientación es el de una paloma mensajera con Alzheimer no sabía nunca por dónde estábamos yendo. Total, que después de un larga caminata de vuelta al punto donde habíamos empezado el recorrido, no van los profesores y nos hacen desandar lo andado para ir hasta el Retiro. Un cabreo y un cansancio inaguantables para algunos de nosotros.
Comimos algo por allí (cada uno donde quiso) y luego fuimos al Retiro. Es un parque precioso, y muy recomendable. Mientras unos se entretuvieron paseando y haciéndose selfies, otros nos subimos a unas barcas de remos que se alquilaban y emprendimos una aventura muy mojada por el lago. Nos enfrentamos los unos a los otros con el fin de ver quién quedaba más empapado (yo, como persona que se mojó de cabeza a los pies doy fe de que fue realmente divertido). Después de esa ducha de agua de lago fuimos al Prado. Dios mío, qué sitio tan bonito. Me cayó muy bien el guía que nos acompañó, lo explicaba todo genial (no como el guía de Thyssen, ya os explicaré). Las obras eran realmente hermosas, me encantaron, sobre todo El Jardín de las Delicias.
El miércoles fuimos a Toledo. Nos levantamos hipertemprano (al menos yo) e hicimos un viajecito en autobús hasta allí. Es una ciudad preciosa, sobre todo la parte antigua (la que nosotros vimos). Nos paseamos por allí con un guía, que nos lo iba explicando todo. Vimos la Iglesia de San Ildefonso (patrón de la ciudad, eso no se me va a olvidar nunca), la Catedral, el barrio judío. La arquitectura de las casas era increíble, y si no fuera por los Zaras, Ale-Hops y Pimkies (entre otros) quizá podrías llegar a pensar que habías viajado en el tiempo (bueno, quizá no tanto).
Ni qué decir que llegamos al hotel reventados (al menos yo, los demás sacaron fuerzas de flaqueza para romper las reglas, ellos ya me entienden).
Y llegó el cuarto día… visitamos en Tyssen (con un guía que cada cinco segundos repetía “¿lo ves?”). No me gustó mucho el museo en sí, aunque me encantaron muchas de sus obras. Lo que no me gustó fue que, como teníamos tan poco tiempo, vimos en mi opinión (que suele distar de la del resto del mundo) muy pocas obras, y muy deprisa. Pero bueno, puedo entenderlo, teníamos una hora y media para ver lo que normalmente te llevaría días).
Después visitamos el Senado. El edificio moderno no me interesó nada, pero el antiguo sí. Era muy, muy bonito, y tenía una librería y unos cuadros espectaculares. Por la noche fuimos a ver El Rey León (“el musical que conmueve al mundo”). Estuvo muy bien, pero la letra de las canciones estaba algo cambiada (una amiga sugiere que por CopyRight). Las girafas, Zazú y Timón me encantaron.
Y llegó el último día… el viernes nos despertamos a una hora razonable. Desayunamos, recogimos las habitaciones y nos fuimos directos al Parque de atracciones de Madrid. Estaba muy bien. Me subí por primera vez a una montaña rusa con loopings (no me juzguéis) y fue genial. Comimos en un buffet (que no bufete) y nos fuimos de allí a las cuatro.
Tras un viaje de ocho horas en el que paramos una vez, llegamos a casa. Exhaustos algunos (entre los que me incluyo) y con ganas de fiesta otros (aunque no puedo entenderlo).
La semana que viene nos vamos a París con la clase de francés (saltaría de alegrís si no estuviera tan cansada), ¡así que supongo que volveré a escribir una "crónica de viaje" como esta!

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